Nunca antes, más de 7,000 universidades del mundo habían firmado una declaratoria conjunta… de ningún tipo. Ocurrió en julio pasado. El motivo es más que justificado: la emergencia climática y la crisis medioambiental que se prevé para las siguientes décadas, con impactos naturales jamás vistos en la historia.
Convocaron a este pacto la Alianza para el Liderazgo en Sostenibilidad en la Educación, Second Nature y la Alianza de Jóvenes y Educación de ONU Medio Ambiente. El plan, que pretende ser un tema a tratar en la Cumbre sobre Acción Climática en este mes de septiembre, integra tres aspectos:
1) El compromiso de las instituciones de convertirse en “carbono neutrales” para 2030 o, a más tardar, para 2050.
2) La movilización de recursos para la investigación del cambio climático, orientada a la acción y la creación de habilidades.
3) El fortalecimiento del papel de la educación ambiental y de la sostenibilidad, a través de programas de estudio y de divulgación en los campus y las comunidades.
La expectativa de los organizadores es que, al cierre de este año, sean 10,000 las universidades incorporadas al proyecto. “Los jóvenes de todo el mundo sienten que las escuelas y universidades han reaccionado con mu- cha lentitud ante la crisis que ahora sufrimos”, dijo, en el marco de la declaratoria, Charlotte Bonner, directora de Estudiantes Organizados para la Sostenibilidad.
En efecto, el tiempo apremia: las proyecciones climáticas medias para este siglo sugieren un aumento de la temperatura de entre 1 °C y 3.7 °C, con un incremento de 1 °C a 2 °C para mediados de siglo. “Con base en estas tendencias, los avances en los procesos de mitigación de gases de efecto invernadero aún son insuficientes para estabilizar condiciones climáticas, por lo que los efectos parecen inevitables”, menciona el estudio “La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe”, de la Cepal.
En lo que respecta a Latinoamérica, los costos económicos por el cambio climático se estiman entre 1.5 y 5% del PIB (este último porcentaje equivale al peso de la industria agrícola en la economía de la región en un año). Dos son las principales causas que generan mayor impacto en el medio ambiente y en sus costos de mitigación: el crecimiento acelerado de la población en ciudades latinoamericanas y el incremento del uso de gasolinas para autos.
Ya hay un impacto en sectores económicos de AL. Uno de los más afectados por los climas extremos y las alteraciones que han sufrido las estaciones del año es el agrícola. Por ejemplo, cada vez son más las granjas que cultivaban maíz, trigo y papas que hoy cambian para producir frutas y vegetales. O bien, pasan de ser granjas agrícolas a granjas pecuarias o mixtas.
“Estas medidas de adaptación tienen limitaciones”, dice el informe de la Cepal, “pues persisten daños residuales e incluso irreversibles. También existen opciones ineficientes de adaptación que causan daños colaterales graves, así como barreras institucionales, tecnológicas y de recursos que obstaculizan la puesta en marcha de procesos de adaptación adecuados, y casos donde el mercado es incapaz de interpretar correctamente estas medidas”.
Es precisamente para hacer frente a este desafío que algunas universidades, como las que firmaron el pacto por la emergencia climática, rediseñan sus planes de estudio o generan nuevas estrategias de investigación y capacitación; y lo mismo hacen instituciones de educación superior de América Latina no firmantes del pacto.
Maestrías en Cambio Climático o licenciaturas en Catástrofes Ecológicas están incluidas en la currícula de algunas universidades latinoamericanas, pero no se ciñen a las Ciencias Naturales, sino también Sociales, como la licenciatura de Derecho en Cambio Climático (de la UNAM), o en ingenierías, con la generación de programas o capacitación especial para resolver, de manera sustentable, desafíos en actividades de manufactura, como lo hace el ITESM.
“Nosotros, por ejemplo, fuimos reconocidos, recientemente, en un ranking de Times High Education asociado a qué tanto las univer- sidades tienen un impacto en los objetivos sustentables de la ONU”, dice Salvador Alva, presidente del ITESM. “Definitivamente, los alumnos que llegan, nos enfrentan y empujan a estos temas; son más sensibles y nos demandan adaptar- nos a la nueva realidad”.
En la charla “Desafíos de la universidad para lograr la sustentabilidad”, que recientemente dio Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, en la Universidad Iberoamericana, en la Ciudad de México, ella expuso que hay, al menos, cuatro aspectos en los que las universidades son indispensables para enfrentar uno de los grandes retos de este siglo:
• Desarrollo de capital humano para sustentar el dinamismo innovador que ofrezca soluciones
• Generación de nuevas capacidades para estrategias productivas menos contaminantes
• Aportación de infraestructura para investigación, ciencia y tecnología para el crecimiento sostenido
• Mejoramiento del recurso humano de la región, junto con el reconocimiento de investigadores e instituciones en esta materia
Forbes México consultó a algunas de las universidades más sobresalientes de AL para conocer cómo adaptan sus planes y estrategias educativas para hacer frente al cambio climático, considerando seis áreas en particular:
1.- Académica, que responde a temáticas relacionadas con cambio climático y sostenibilidad
2.- Involucramiento institucional, referente a órganos o consejos que trazan las estrategias
3.- Especialización, sobre carreras específicas
4.- Difusión, para promover este tipo de conocimiento
5.- Aliados, sobre posibles redes con otras instituciones
6.- Excelencia, respecto de centros de investigación, proyectos y reconocimientos en la materia
Universidad Nacional Autónoma de México
Amplios y variados han sido los esfuerzos de la UNAM, en las últimas décadas, para investigar y contribuir a revertir el cambio climático global. En 2015, por ejemplo, se creó el posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad y, en noviembre de 2018, la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad. Del total de artículos académicos publicados en todo el país y relacionados con este tema, 26% proceden de la UNAM.
Mediante dos buques oceanográficos, hace investigación sobre cambio climático. Tiene tres estaciones de reserva de la biósfera para la investigación y conservación ecológica: Pedregal de San Ángel (CDMX), Chamela (Jalisco) y Los Tuxtlas (Veracruz). Colabora con la Universidad Autónoma de Tlaxcala en el manejo y conservación de la estación biológica La Malinche, en las faldas del volcán del mismo nombre.
Sus investigadores han sido reconocidos internacionalmente. Destaca, en la materia, el doctor Mario Molina, premio Nobel de Química 1995, por su contribución en torno a los problemas del cambio climático. En 2007, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU fue galardonado con el premio Nobel de la Paz. En éste participaron 10 académicos de la UNAM.
De reciente creación, destacan el diplomado-licenciatura en Ciencias Políticas y Derecho del Cambio Climático y Gobernanza, la creación de la Red Universitaria del Cambio Climático (integra a expertos de esta casa de estudios y de otras universidades del mundo), la adhesión a la Coalición Universitaria de Cambio Climático (UC3) y el Programa de Investigación en Cambio Climático, dependiente del Centro de Ciencias de la Atmósfera que se propone como una instancia para establecer la agenda de investigación en cambio climático en México.
La oferta académica incluye 19 carreras relacionadas con el tema (en 12 facultades), tales como Biología, Ecología, Ciencias Ambientales, Ciencias de la Tierra, Manejo Integral de Zonas Costeras, Ingeniería en Energías Renovables, Manejo de Sistemas Socioecológicos y Química Ambiental.
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
La doctora en Biología y ex funcionaria federal Julia Carabias es parte de la iniciativa para desarrollar el Proyecto del Cambio Climático de la UAM, promovido por la División de Ciencias de la Comunicación y Diseño, en el marco del Programa Interdisciplinario de Desarrollo Sostenible.
Los esfuerzos contra el cambio climático emprendidos por esta institución educativa abarcan una amplia gama de acciones. Destacan, por ejemplo, la conferencia magistral sobre cambio climático, ofrecida por el premio Nobel de la Paz y presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, Rajendra Kumar Pachauri, y la publicación de libros, entre éstos, Reflexiones del cambio climático.
Cuenta con programas de investigación, como el de Investigación UAM Sierra Nevada, o el centro CIBAC, que se dedica a estudiar y difundir los problemas que tiene la zona lacustre de la Ciudad de México.
La UAM fue la primera universidad mexicana en ofrecer la carrera de Ingeniería Ambiental, la cual fue inaugurada en 1974. Su oferta académica comprende también las ingenierías en Energía, Hidrobiología, Ciencias Atmosféricas y Biología Ambiental, entre otras, y los posgrados en Ciencias e Ingeniería Ambientales; Diseño Bioclimático; Planeación y Políticas Metropolitanas; Energía y Medio Ambiente; Biotecnología; Sociedades Sustentables, y Ecología Aplicada.
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM)
Reconocida como una de las universidades de mayor impacto en los objetivos sustentables de la ONU por el ranking de Times High Education, el Tec de Monterrey se comprometió, desde hace algunos años, con los temas ambientales para contrarrestar el cambio climático.
Es conocido el trabajo conjunto que realiza con empresas y organismos nacionales e internacionales, tales como Sener, la UC3 University Coalitiion for Climate Change, Xignux Challenge, Heineken Green Challenge y los Edificios Ecológicos E3, entre otros.
Su plataforma de emprendimiento INCmty y Heineken México convocan a emprendedores con proyectos a favor del medio ambiente a través de la iniciativa Heineken Green Challenge. En su edición 2019, por ejemplo, buscan premiar a las mejores alternativas que reduzcan la escasez de agua en México.
Algunos ejemplos nacionales y globales de lo que ha hecho el Tec en materia de sustentabilidad son: su edifico de la Biblioteca, con certificación LEED; el Centro del Agua para América Latina y el Caribe; y el Centro de Biotecnología Femsa.
En agosto de 2018, esta institución presentó, junto con algunas universidades, como Arizona State University, Boston University y The University of Connecticut, entre otras, el reporte “University Climate Change Coalition”, donde se comprometen a buscar el cumplimiento del Acuerdo de Copenhague y traducir el conocimiento científico en acciones.
Su oferta educativa incluye la carrera de Ingeniería en Desarrollo Sustentable, la cual se creó hace 10 años, así como la maestría en Ciencias, con especialidad en Energía, que se instituyó en 2017, buscando desarrollar conocimiento y recursos humanos en energías más limpias.
Universidad Iberoamericana
Los esfuerzos de esta universidad por promover el conocimiento respecto del cambio climático incluyen la creación, en 2018, del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) y su licenciatura en Sustentabilidad Ambiental, con la participación de destacados ecólogos y ambientalistas como Leonardo Boff, Julia Carabias, Alicia Bárcena, Martha Delgado y Enrique Leff.
Centrus se ha planteado agrupar a docentes e investigadores de diversas disciplinas, como Ecología, Economía, Derecho, Ingeniería y Sociología, entre otras. Por iniciativa estudiantil, con asesoría de profesores, cada año se organiza el Congreso Internacional de Sustentabilidad Ibero, que lleva ya siete ediciones.
La universidad se adhirió, el año pasado, a la Cátedra Laudato Si, promovida por la Organización Universitaria Interamericana, mediante la cual se busca fortalecer una cultura a favor de la Tierra.
Adicionalmente, a través de su Centro Mexicano de Química Verde y Microescala, se ha apoyado, de distintas formas, a países como Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Panamá y algunos más de Asia-Pacífico, en temas ambientales.
Sus investigaciones en curso incluyen Economía Ambiental, que aborda el tema desde el punto de vista del análisis económico; Habitar en Armonía, la cual analiza la complejidad del acto de habitar asumiendo como ejes fundamentales la responsabilidad social y medioambiental; y Desarrollo de Tecnologías con uso de Energías Renovables, líneas de investigación creadas en el Departamento de Física y Matemáticas.
Fuente: Forbes